Domingo

Si la Maga existiera, tocaría varios timbres para hacer música con ellos. La Maga no tendría escrúpulos al cruzar las calles, y fácilmente sería violada en alguna de sus irrupciones por laberínticos idilios. La Maga sería una buena esposa, y una mal amante

¿Por qué hablar de la Maga? Porque imagino su razón danzando en movimientos brownoideos, la imagino ahogándose con la inocencia que resbala de sus ojos. La Maga se drogaría de pie, me haría cosquillas, no le importaría un golpe, ni que me detenga a esperar lo que no conozco. La Maga leería los libros que tengo a mi lado, y me preguntaría por qué lo de los pantalones, lo del ángulo oscuro y lo de la cola de rata, y displicente le contestaría esperando que se duerma. La Maga es sabia, y tan del viento como yo de la última hora ¿Por qué escribir sobre la Maga? Porque es una buena noche para hacerlo.



Sucede que a veces caminas hasta que te duela la cabeza y te ardan los ojos. Sucede que fuerzas los “a veces” porque, primero, te engatusó la canción de Ismael, y segundo, porque tu vida se contagió de inconsistencias.

A veces entras y evitas observar a alguna persona, después a otra y a otra más. Quizá esas personas hacen lo mismo. Tú te apoyas en tu disfraz, luego necesitarás beber hasta recordar tu decisión, y observarás atentamente hacia arriba a la espera que se abra otro hueco en el cielo. Saltarás en tu lugar, te harás el dormido, y con más ganas te harás el despierto.

Ahora no hay ruido. Las buenas noches traen buenos momentos, sólo que hasta ahora no entiendes cómo aprovecharlos. Calzas tus zapatillas, piensas salir a perderte otra vez. Y recuerdas que pensar no es lo tuyo, mentir es tu oficio. Te cansaste de escribir, no es lo que querías hacer. Querías decir algo más, no encuentras la forma de hacerlo.
Desde los puntos suspensivos perdiste el libreto ¿Recien te percatas que no es viernes?

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