Sabes

Sabes, ocurre que la noche susurra melodías que deberías escuchar. Se vale de un coro de grillos de corbatas michis violetas, del ruido de los zapatos contra las huellas, de las horas, incluso de los timbres de celulares

Sabes, las formas nunca son exactas ni las relaciones son lo que parecen como el aliento o el fuego. No entiendo bien cuánto es que pierdo cuando pienso, sabiendo perfectamente que pensar no es lo mío, menos los viernes, menos aún las sonrisas programadas, las formas mienten y tú no te enteras.

Soy el silencio cuando ronca. Soy la vena que se enciende en la frente. No hay forma de trastabillar con este disfraz pues vuelo, creo, hay una melodía que resuena y no es absurdo repetirla aunque no sepas bien qué significa.

Sabes, no sé bien quién eres. Pero sé que deberías escuchar y caminar como lo hago yo cuando espero que llueva para empaparme hasta la noche siguiente. También sé que podrías acompañarme a grabar con más fuerza las líneas de mis manos, un instante en Peumayén, otro en el ojo del alfiler, un rato en el lado más noble de la luna y una muerte en el capítulo siete.

Tú no sabes nada, estudiaste bien tu lección. Tú haces muecas con las experiencias, también bailas, cantas aunque eres sorda. Tu sombra es gorda, y por eso no entiendo cómo es que te busco de noche. Tú no te has enterado de la muerte metafísica de La Maga, ni que los pantalones me quedan largos ni que el estro es azul ni que hay soles por calentar con el frío de mi pecho.

Tú sabes tan poco de mí. Yo sé suficiente de ti aunque te haya dicho que no sé bien quién eres. Sé que no te importa que verdad sea una palabra y mentira un estilo de vida. Sé que observas cuando se rompe la luz contra las ventanas y que piensas que esto ya lo has vivido.

Sabes, para mí las formas son más importantes que los contenidos. No creo en la espiritualidad, y sí en la automedicación ¿Tú? Tampoco entiendes mi superficialidad, pero no importa ¿Cómo estás? Con una lágrima ardiendo en el suelo y con una cartita divida en dieciséis pedazos.

Sabes, tengo una piedra que crece por dentro. Soy también un punto y coma. Y no sabes cuánto tengo que engañarme para saber que vives, y al igual que yo no contaste cuántos caminos hay para los tristes –uno es el mar y otro los arlequines-.

Sabes –otra vez-, me importa poco si no sonríes, o si no sabes que me acostumbré a ser un mal recuerdo, sólo quiero que sepas que escribo porque me lo pediste, pues hoy encontré tu mensaje cuando marcaba el paso por la Residencial San Felipe.

4 comentarios:

Ana Márquez dijo...

Yo creo q todos somos superficiales, aunque no nos guste reconocerlo. Este mundo nos hace superficiales, la imagen está ante todo, y si no rindes culto a esa imagen, te desmarcas, te sales de la foto y te ignoran. Y nadie quiere q le ignoren.

Gracias por invitarme a reflexionar.

Ah, y yo también me automedico, jaja. Metafórica y realmente.
Besos

safo dijo...

hummmmm Sucede que a veces es estro traiciona tus sesos ¿no?... Sucede que todo lo que e podido mirar es... Diana sofia, Pierina, Vivian baella, "La Maga" y una boca rota ....y una espalda sudada...para las demás locas... y una estampilla en mi memoria...y una cara ignorada de la moneda... Sucede que a veces hay que tener cuidado con quien le gusta entrar y salir por la misma puerta....

Pero no te preocupes, el nido de rosas descanza en paz... sus alas quieren volar... es solamente.

César J. dijo...

Sucede que a veces no hay por qué decir "escucha".
Sucede que a veces conoces a alguien, pero los días insisten en que sea lunes o martes o cualquiera, nunca viernes.

safo dijo...

Acompañarme a grabar con más fuerza las líneas de mis manos, un instante en Peumayén, otro en el ojo del alfiler, un rato en el lado más noble de la luna y una muerte en el capítulo siete...

No sé, o, no estoy segura, si el significado que le doy, es el mismo al del escritor, sin embargo...me quedo con ese formato de anhelo estampido, como recuerdo intrínseco, porque es el mío desde antes de conocerlo.